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Mostrando entradas de diciembre, 2012

LOS MISERABLES: del folletín al musical

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M. Myriel debía sufrir la suerte de todo recién llegado a una población pequeña, donde hay muchas bocas que hablan y pocas cabezas que piensan. Debía sufrirla, aunque fuera obispo, y precisamente porque era obispo. Por lo demás, las habladurías en que se mezclaba su nombre no eran más que habladurías, ruido, frases, palabras; menos aún que palabras, palabrerías, como dice el enérgico idioma del Mediodía. Sea como fuere, a los nueve años de episcopado y de residencia en D… todas estas murmuraciones, asuntos de conversación que ocupan en los primeros momentos a las pequeñas poblaciones y a las personas pequeñas, habían caído en profundo olvido. Nadie hubiera osado hablar de ellas, nadie se hubiera atrevido a recordarlas. M. Myriel había llegado a D… acompañado de una solterona, la señorita Baptistina, que era su hermana, y contaba diez años menos que él. Por toda servidumbre tenía una criada de la misma edad que la señorita Baptistina, llamada la señora Magloire, la