CHARLTON HESTON Centenario 5
Estuve allí sentado durante unas dos horas, hablando de todo lo imaginable con una chica de verdad. Una chica cuya belleza cortaba la respiración, que demostraba una gran inteligencia y que, al parecer, también quería hablar conmigo. Finalmente la dejé en la residencia donde se hospedaba y volví a casa corriendo por las calles oscuras. Más de cuatro kilómetros por la orilla del canal y a través del campo de golf, mientras iba diciendo una y otra vez: - La quiero, la quiero. Y era verdad. Que nadie dude de que eso puede ocurrir. Apenas había hablado con ella antes de aquella noche, pero lo supe sin la menor vacilación en cuanto la puerta se cerró tras ella. ¡Santo cielo, pero si nunca había tenido una cita con una chica! Pero lo supe. ¿Qué probabilidades de acertar hay en estos casos? ¿Una de cada cien, de cada mil? A mí me ocurrió. No puedo contar muchas cosas acerca de los meses siguientes, ya que mis recuerdos se pierden en medio de la neblina dorada en que me movía. Mis pies só