ALTA SOCIEDAD (Crítica)

ALTA SOCIEDAD (CHROMOPHOBIA)
Dirección: Martha Fiennes
Interpretación: Clive Carter, Kristin Scott Thomas, Penélope Cruz, Ralph Fiennes, Ben Chaplin
Coprod: USA/UK/Francia
2007
136 min



Drama implacable que envuelve a sus protagonistas en situaciones que amenazan con tambalear su estabilidad social y emocional, en un mundo de riqueza y poder en el que el origen y la posición ya no son suficientes para salvaguardar y asegurar los privilegios de las generaciones venideras. Retrato del Londres contemporáneo fundamentado en los valores americanos de dinero, belleza y éxito.

Cantaba la Polla Records en “Qué hacen ahora en Londres”: Aquí la BBC, con lo último de lo último, lo muy muy y lo más más, y lo tope de lo tope, muñequitos…

Entre jardines zen, decoración minimal, psicoanalistas (las) con bigote, zapatos de Manolo Blahnik, bulimias residuales, obras de arte, clases de yoga, insatisfacción sexual… se mueven los protagonistas-muñequitos de Alta Sociedad, película de corte elegante, inteligente y honesta que escarba en los trapos sucios de los que dicen lavarlos dentro de la propia casa.

Una maravillosa Kristin Scott Thomas, seductora, chic, en el papel de galerista y madre del XXI y que sostiene mayormente el guión de una debutante directora como es Martha Fiennes. Una apenas reconocible Penélope Cruz interpretando a una prostituta enferma y madre soltera. Un camaleónico Ralph Fiennes, nominado dos veces a un Oscar por El paciente inglés y La lista de Schindler, encarnando esta vez, al profesor culto y sensible. Un padre retirado en una vieja mansión rodeado de naturalezas vivas y muertas, que esconde el gran secreto de la cinta y que acabara redimiendo todos sus pecados. Un hijo caprichoso y malcriado, rockero desfasado, que aún cree que la llamada desde arriba arregla cualquier imprevisto. Además, el típico periodista oportunista y el no menos típico, asistente social.

Todos se enredan cada vez más entre la apariencia y la soberbia, el elitismo y el puterío, la traición y la vergüenza.

Todo nos recuerdan aquello de “los ricos también lloran” y aquello otro de “las penas con pan, son menos”.

Cinta pues, para entretenerse y acudir al cine sin demasiadas expectativas.
Publicada en Generación XXI, mayo 2007

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