LA GANADORA (Crítica)

LA GANADORA
Dirección: Jane Anderson
Interpretación: Julianne Moore, Woody Harrelson, Laura Dern
Producción: Jack Rapke, Steve Starkey, Robert Zemeckis
USA, 2007


En aquellos maravillosos años 50 americanos en los que un boleto para un concurso en el que regalaban una tostadora aún podía significar algo en una familia numerosa, se sitúa la acción de esta extraordinaria película. Evelyn Ryan (Julianne Moore) madre de diez hijos y esposa del mayor desgarra colchas que se ha visto en mucho tiempo en la historia del Cine, hace frente a las necesidades de su prole con ingenio, agudeza, y todo el optimismo y la paciencia del que el ser humano puede estar dotado.

¿Alguien podía imaginarse que se podía criar a los hijos con palabras?

Con el encanto y la nostalgia de las recreaciones del gran Woody Allen (Dias de radio), con la sencillez y con la originalidad con la que su productor Robert Zemeckis marca sus trabajos (Forrest Gump) llega La ganadora, adaptación de la novela “The Prize Winner of Defiance, Ohio” que es a su vez la biografía de Evelyn Ryan.

El cine norteamericano no ha padecido nunca el complejo “de autor” que empobrece al cine español, y por eso, a veces, nos da en las narices con una historia que hubiera pasado sin pena ni gloria por este mundo y que ahora va directa a las alfombras rojas. Los directores dirigen, los guionistas escriben, y los productores producen, y todos, de vez en cuando, leen. Y no les importa apropiarse de la vida de otro si éste tiene algo mejor que contar.

Hubo una época en la que las mujeres, siempre tachadas de volubles y sentimentales, no podían firmar sus propias hipotecas ni acceder a una cuenta bancaria. A veces, entre estas mujeres aparecían algunas con ganas de aventura y de trasgresión disfrazadas de ingenuidad. Pero tropezaban y se enamoraban del típico aspirante a artista destinado irremediablemente a caer en la tropa de los hombres corrientes. Perros del hortelano que ni comen ni dejan comer, representados aquí por el marido, el cura, el lechero, los policías… y que ante su vil comportamiento, una se sorprende susurrándole a la protagonista: “mátalos de una vez, descuartízalos a todos, hazlos trocitos pequeños y mételos en el hermoso congelador que ganaste en el último premio”.

Esta película es un homenaje a esas madres, cabeza (y corazón) de familia, que se les ocurrió responder a la amargura de los zapatazos y los portazos de su consorte con rimas y aliteraciones.

Y cuando una obra nos hace pasar de la carcajada al nudo en la garganta en una misma secuencia… es que estamos delante de una de las buenas.



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