HISTORIA DE UN CRIMEN (Crítica)

HISTORIA DE UN CRIMEN
Dirección: Douglas McGrath
Interpretación: Toby Jones, Sandra Bullock, Daniel Craig
USA, 2007


Nueva York, 1959, club Morocco. El pequeño gran hombre Truman Capote (Toby Jones), acompañado siempre de toda la elegancia femenina de Manhattan, disfruta de la voz de una encantadora Kitty Dean (Gwyneth Paltrow) que rememora temas de Cole Porter.
A la mañana siguiente, el escritor lee en las páginas del New York Times la noticia en la que se describen los asesinatos de los miembros de la familia Clutter, en Kansas.
Capote y su gran amiga de infancia y escritora Nelle Harper Lee (Sandra Bullock) viajaran en busca de datos y detalles que configurarían su célebre novela “A sangre fría”, un viaje hacia el autoconocimiento y la autodestrucción.


No se tiene porqué salir siempre del cine con fiebre. A veces, es bueno acudir al espectáculo por el espectáculo mismo. Por ello, el personaje de Truman Capote que da vida el actor teatral Toby Jones (El velo pintado, La última primavera, Orlando), mezcla de Boris Izaguirre y Elton John, convence y encanta. Divertido, ingenioso, arrollador, siempre derrochando frivolidad y cinismo, y siempre ávido de experiencias y de juegos.

Cualquier comparación es odiosa e injusta. Pero recordar el biopic exitoso que encarnó Philip Seymour Hoffman en el Capote de Benneth Miller, es inevitable. Aquél estaba algo más comedido, éste, descaradamente exagerado. El real, nunca sabremos. Pero en cualquier caso, “verdaderos” resultan los dos. El último es una adaptación de la novela “Truman Capote” de George Plimpton; el primero lo fue de Gerald Clarke. De ahí sus matices y sus diferencias.

Con respecto al papel de la novelista y ganadora del Pulitzer por su obra “Matar a un ruiseñor”, Nelle Harper Lee, tal vez gane en interpretación y en autenticidad la reciente Sandra Bullock que su antecedente Catherine Keener, quizá demasiado rígida y austera para una escritora de cuentos infantiles.

Pero si hay un personaje central alrededor del cual giran todos, es el del asesino Perry Smith, caracterizado en las tres versiones de distinto modo. En la primera versión de los años 60 que se hizo de A sangre fría, dirigida por Richard Brooks, aparecía un Robert Blake inestable e inseguro, dando la impresión de que el crimen fue más bien fruto del desconcierto que de la maldad. De la interpretación tímida, tristona, sensible y ya con cierto toque homosexual en la versión de 2005 nos llega la visión de un buen chico, enfermizo, mitad blanco mitad cherokee, y con evidentes traumas psicológicos.
El chico Bond (Daniel Craig) se nos presenta emocionalmente como una roca y físicamente como un armario empotrado, y es el que sin lugar a dudas, más ha necesitado de la humanidad novelesca de Capote para hacérnoslo menos monstruo.
La cinta, en cualquier caso y como también lo fueron las anteriores, es imprescindible porque el reparto abarca todo tipo de cinefilia.



Publicada en www.supernovapop.com, Junio 2007

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