LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA (Crítica)

LA ESCAFANDRA Y LA MARIPOSA.
Dirección: Julian Schnabel
Interpretación: Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Max von Sydow
USA/Francia
2008


En mitad de una cuajada y exitosa cuarentena profesional, Jean-Dominique Bauby, el carismático redactor jefe de la revista Elle en Francia, es víctima de un grave accidente cardiovascular. Tras 20 días de coma, despierta en la habitación 119 del Hospital de Berk-Sur-Mer. Es entonces cuando los especialistas descubren e intentan explicarle, que sufre lo que la medicina anglosajona ha bautizado como “locked-in syndrom”. Paralizado de la cabeza a los pies, el paciente permanece encerrado en el interior de sí mismo, con la mente intacta (memoria, imaginación y humor) y el parpadeo del ojo izquierdo como único medio de comunicación. Utilizando un abecedario especial ordenado según la frecuencia de las letras francesas, Bauby creará un mundo que lo libere de su escafandra.

VIDA Y VOZ EN OFF

Del director y guionista de Antes que anochezca (2000) y de Basquiat (1996) nos llega la conmovedora adaptación del libro homónimo escrito por Jean- Dominique Bauby. Schnabel es un artista estadounidense (y casado por cierto, con una española) que se hizo famoso por sus polémicos “plat paintings”, dentro del llamado movimiento Bad Painting (una especie de neoexpresionismo). Ahora nos sorprende con una cinta con esos mismos tintes en la puesta en escena y que ha recorrido festivales (Cannes, San Sebastián y Globos de Oro) cosechando premios y cautivando públicos.

Si bien es cierto, que el uso de la voz en off es rechazado con rotundidad por todos los especialistas del Séptimo Arte, “¡enséñamela y no me la cuentes!” (la secuencia, se entiende) nos gruñen todos los profesores de guión, La escafandra y la mariposa es un magnífico ejemplo de cómo manejar este recurso sin que a sus detractores le chirríe.

Pero también es cierto, que films con temática semejante despierta opiniones, gustos, juicios y criterios que van de las conciencias más políticamente correctas a los sentimientos más cainitas. Atrapados en la anquilosis de un cuerpo desarticulado o recorriendo espacio y tiempo, imaginando o recordando una cita con la persona amada, con Bauby, para bien o para mal, iniciamos una especie de diario de viaje inmóvil en el que se nos instiga a experimentar todas y cada una de las fases psicológicas por las que un paciente fortuito, un paciente cualquiera, un paciente sano, en principio, pasa, tras verse atrapado en un cuerpo que ya sólo le hace sufrir. Agradable no es, y punto. Emotiva, quizá. Y necesaria… juzguen ustedes mismos.


PUBLICADA EN http://www.supernovapop.com/, FEBRERO 08

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