LAS MARISMAS (adaptación)

LAS MARISMAS
ARNALDUR INDRIDASON

EDITORIAL RBA, BARCELONA, 2009


- Por alguna razón el hombre empezó a explicar que estaba en medio de una separación matrimonial que tal vez podría convertirse en un asunto policial. La muy zorra le había engañado mientras él estaba de viaje. Un día llegó de Oslo, esa deprimente ciudad, añadió, donde había estado con un antiguo compañero de colegio. Erlendur y Sigurdur Óli se preguntaban qué había sido más deprimente, que su mujer lo engañara o tener que pasar una noche en Oslo. Pág. 31

- Antes Las Marismas era un pequeño pueblo independiente, aquí en medio de Reykiavik –siguió Erlendur-. Las casas se construyeron durante y después de la guerra. Cuando Islandia se convirtió en república, las calles se bautizaron con los nombres de las sagas islandesas: avenida de Gunnar, calle de Skeggi, etc… Aquí se ha reunido una fauna variopinta procedente de todas las capas sociales, desde gente de clase media hasta gente rica, con sus casas señoriales, pasando por gente que no sabe dónde caerse muerta y alquila un sótano barato como éste. Pág. 177

- Uno piensa que no le va a afectar. Uno se cree lo bastante fuerte para aguantarlo todo. Uno piensa que se blinda con los años y que puede ver la suciedad a distancia, como si no fuera con uno, y conservar de esa manera su salud mental. Pero la verdad es que no hay distancia. No hay blindaje. Nadie es lo bastante fuerte. El horror te persigue como un espíritu maligno que se instala en tu mente y no te deja en paz hasta que te parece que esa suciedad es la vida misma, y te olvidas de cómo vive la gente normal. Así son las cosas. Como un mal espíritu que se ha evadido y alborota en tu cabeza hasta que finalmente te convierte en un inútil… Esto son las malditas marismas. Pág. 199

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