ANNA KARENINA (adaptación)
ANNA KARENINA
LEON TOLSTOI
Ed. Santillana,
Madrid, 2013
*Todas las familias felices se parecen unas a otras, cada
familia desdichada lo es a su manera. Pág. 21
*La mujer es un ser que por más que la estudie uno siempre
resulta completamente nueva. Pág. 221
*No puede usted comprenderlo; para ustedes los hombres, que
son libres y pueden escoger, está claro a quién aman. Pero una muchacha,
obligada a esperar, con su pudor femenino, virginal, que los ve a ustedes desde
lejos y tiene que fiarse de lo que le digan, puede experimentar un sentimiento
que no pueda explicarse. Pág. 353
*Aquellos ojos eran únicos en el mundo. Sólo había un ser en
la tierra capaz de concentrar para él toda la luz y todo el sentido de la vida.
Era ella. Era Kitty. Levin comprendió que se dirigía a Ergushovo desde la
estación del ferrocarril. Y todo lo que le había agitado en aquella noche de
vigilia, todas las decisiones que había tomado, todo desapareció de repente.
Recordó con repugnancia sus ilusiones de casarse con una campesina. Sólo allí,
en aquel coche que se alejaba rápidamente, estaba la posibilidad de resolver el
problema de su vida, que tanto lo atormentaba durante los últimos tiempos. Pág.
361
*Anna ha procedido muy bien, y no seré yo quien se lo
reproche. Es feliz, constituye la felicidad de otro y no debe de estar abatida
como yo. Seguramente está como siempre: lozana, inteligente, y llena de interés
por todo. Pág. 762
*Aparentemente su vida era tan buena que no cabía otra
mejor: había abundancia de todo, salud, tenían una hija y ambos se dedicaban a
sus ocupaciones. Aun sin invitados, Anna seguía preocupándose mucho de sí
misma, también leía mucho, tanto novelas como los libros serios que estaban de
moda. Pedía todos los libros de los que hablaban los periódicos y revistas que
recibía, y los leía con la profunda atención que se tiene solamente en la
soledad. Pág. 804
*Anna no ocultó su alegría al ver a Levin. Y en la serenidad
con que le tendió su pequeña mano enérgica, en la forma como le presentó a
Vorkuiev y cómo le mostró a una niña, de aspecto agradable y algo pelirroja,
que trabajaba en la estancia, diciendo que era su protegida, Levin reconoció
los modales, que tanto le agradaban, de una mujer de sociedad, siempre
tranquila y natural. Pág. 876
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