EL HOBBIT (adaptación)
EL HOBBIT
J.R.R. TOLKIEN
Ed. Minotauro,
Barcelona, 1982
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¡Que el amanecer caiga sobre todos y que sea piedra
para vosotros! –dijo una voz que sonó como la de Guille. Pero no lo era. En ese
preciso instante, la aurora apareció sobre la colina y hubo un bullicioso
gorjeo en la enramada. Guille ya no dijo nada más, pues se convirtió en piedra
mientras se encorvaba, y Berto y Tom se quedaron inmóviles como rocas cuando lo
miraron. Y allí están hasta nuestros días, solos, a menos que los pájaros se
posen sobre ellos; pues los trolls, como seguramente sabéis, tienen que estar
bajo tierra antes del alba, o vuelven a la materia montañosa de la que están
hechos, y nunca más se mueven. Pág. 38
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El dueño de la casa era amigo de los elfos, una de esas
gentes cuyos padres aparecen en cuentos extraños, anteriores al principio de la
historia misma, las guerras de los trasgos malvados y los elfos, y los primeros
hombres del Norte. En los días de nuestro relato, había algunas gentes que
descendían de los elfos y los héroes del Norte; y Elrond, el dueño de la casa,
era jefe de todos ellos. Era tan noble y de facciones tan hermosas como un
señor de de los elfos, fuerte como un guerrero, sabio como un mago, venerable
como un rey de los enanos, y benévolo como el estío. Aparece en muchos relatos,
pero la parte que desempeña en la historia de la aventura de Bilbo es pequeña,
aunque importante, como veréis, si alguna vez llegamos a acabarla. Pág. 45
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