CASINO (adaptación)

 



CASINO

Nicholas Pileggi

Círculo de Lectores, Barcelona, 1996

 

Frank Rosenthal llegó a Las Vegas en 1968 por la misma razón que tantos otros americanos: para librarse de su pasado. Las Vegas era una ciudad sin memoria. Un lugar adonde se acudía en busca de una segunda oportunidad. Era la ciudad americana a la que se llegaba después del divorcio, de la quiebra, o incluso después de haber pasado un corto periodo en la cárcel de algún condado. Constituía el destino final para aquellos que estuvieran dispuestos a recorrer América en busca del único tren de lavado de moralidad que había en la nación. Pág. 11

 

Las Vegas es la ciudad de los sobornos, y allí a la gente le ocurre lo mismo que al que anda con un cojo, que acaba renqueando. Es un lugar en el que un billete de veinte sirve para comprar un visto bueno, uno de cien, la adulación, y uno de mil, la canonización. Corren historias sobre croupiers que han conseguido miles de dólares sólo con las propinas de destacados jugadores que han tenido buenas rachas, incluso se espera que pierdan alguna apuesta de un par de cientos o miles de dólares para corresponder a la cortesía de la casa. Las Vegas es un sitio donde todo el mundo está siempre pendiente de los demás. Los maîtres de los establecimientos más lujosos, no sólo pagan por conseguir esos trabajos, sino que además pasan a quienes les han contratado un tanto por ciento de sus propinas semanales. Las chicas listas como Geri reparten propinas a diestro y siniestro. Ella sembraba dólares para que se le multiplicaran en la cosecha. Pág. 75

 

Una noche, Rosenthal llevó a Geri a bailar al club. Estaba muy atractiva, encantadora.

Estaba muy orgulloso de ella. Fuera donde fuera siempre llamaba la atención. Era realmente una mujer de bandera. Es uno de los problemas que tiene casarse con una mujer diez, incluso con una nueve. Son peligrosas. Pág. 166

 

Hace tan solo veinte años, los croupiers sabían tu nombre. Qué tomabas, a lo que jugabas, cómo jugabas. Te ibas directo a las mesas y te registraban automáticamente. Un botones conocido te llevaba el equipaje arriba, deshacía tus maletas y te dejaba en la habitación las botellas de tu marca favorita y unos recipientes con fruta fresca y cubitos de hielo. La habitación te esperaba, no eras tú quien tenía que esperar la habitación.

Hoy en día, registrarse en un hotel de Las Vegas es casi como recoger la tarjeta de embarque de un avión. Incluso la inmemorial hospitalidad que se dispensaba a los jugadores destacados puede verse turbada cuando te hacen esperar mientras comprueban el crédito de tu American Express para confirmar que eres quien dices ser.

El fondo de pensiones de Sindicato de Camioneros ha sido sustituido por los bonos basura como fuente básica de financiación de los casinos. Ahora bien, por altos que sean los intereses que dan los bonos basura, nunca llegarán a las cifras que alcanzaban con la mafia. Los directivos de casinos que solicitan un préstamos, ya no tiene que citarse con sus agentes financieros en oscuras habitaciones de hotel en Kansas City a las tres de la madrugada y aguantar que les amenacen con arrancarles los ojos.

 

Tony y Geri están muertos, y El Zurdo se marchó. Actualmente vive en una casa situada junto a un campo de golf, en una zona residencial cercada en Boca Ratón. Juega un poco, vigila sus inversiones y ayuda a su sobrino en la gestión de una sala de fiestas. A veces se sienta en un pequeño recinto elevado que hay en dicha sala y apunta con su linterna a algún camarero que no recoge, según su parecer, las mesas con suficiente rapidez. Durante años albergó la esperanza de volver a Las Vegas, pero en 1987 pasó a la lista negra y se le prohibió volver a poner los pies en un casino. Los años de lucha contra dicha decisión no sirvieron para nada.

Ya lo decía Frank Cullotta: “Todo tenía que haber ido como una seda. Cada cosa estaba en su sitio. Nos dieron un paraíso y nosotros lo convertimos en un infierno”.

Sería la última vez que se entregaba algo tan valioso a los hijos de la calle. Págs. 331, 332.



17 de noviembre de 1942... HAPPY BIRTHDAY MARTIN SCORSESE 

 

 

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