CORTINA RASGADA - Centenario Paul Newman
- Bien, profesor, ¿qué tal le va interpretando su papel de traidor? Anoche en la ciudad le vi en la televisión. Es un actor.
- Ah, estuve entrenándome durante mucho tiempo.
- Venga, suba al tractor... ¿Cómo se le ocurrió traer a su novia para ese trabajo?
- No la traje. Es que me siguió. Y lo peor, ahora seremos dos los que tengamos que huir. No he conseguido que se vaya.
- ¿Está enterada de la realidad?
- ¡No! Claro que no.
- Mejor. Porque si lo supiera y cometiese cualquier indiscreción, esos son capaces de todo.
- Sí, lo sé.
- ¿Y por qué no nos deja esa misión de espionaje a los profesionales?
- Porque no sabrían qué buscar. Es algo que está en el cerebro de un científico de la Universidad de Leipzig. A veces dudo de que ustedes, los profesionales, sepan lo que buscan cuando roban documentos secretos.
- Cuando tenía una misión de esas, agarraba todos los papeles y dejaba que control los seleccionase.
- Sí, pero aquí se precisa un científico que descifre la mente de otro científico.
- He leído en los periódicos sus declaraciones de que Washington desechó su plan de proyectil antiproyectil.
- No resolví la fase final.
- Y ese Lindt la ha resuelto?
- Sí.
- ¿Y quiere usted echar por el atajo?
- Lo voy a intentar...
- ¿Y Washington aprueba esa idea disparatada?
- No están enterados de ella.
- ¿Y cómo estableció contacto en Copenhague?
- Tengo amistades importantes.
- ¿Cuánto tiempo cree que necesitará?
- No lo sé. Un mes o dos, o quizá menos. Depende. Lo que necesito es el nombre de su agente en Leipzig.
- Se llama Koska. K-O-S-K-A. Le buscará a usted. Su fuga empezará desde allí. Bueno, amigo, tiene que apearse aquí. Y felices sueños.
CORTINA RASGADA (Alfred Hitchcock, 1966)
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